Vida sana

Resiliencia, primera de tres características

  1. Aceptación obstinada de la realidad.

Este artículo es el primero de tres, de las características clave para entender cómo las personas más resilientes logran recuperarse más pronto que otras ante los vaivenes de la vida.

Prevalece la necesidad de aclarar que no existe un cerebro igual a otro, por lo tanto, no hay una persona igual a otra, ni aún en lo gemelos idénticos. Si nuestros pensamientos son el producto de nuestra herencia genética, de nuestras creencias y experiencias, es bastante evidente que no puede haber una persona igual a otra. Ya somos muchos miles de millones de personas en el planeta, y todos percibimos la realidad de una manera diferente; ante tal situación, no podemos pretender comparar unas personas con otras y menos aspirar a que se comporten y piensen en su realidad tal como lo hacemos nosotros, esa es la gran realidad, que somos como raza humana, muy diversos en nuestra forma de ver el mundo, nuestras realidadades, producto de lo antes dicho.

La realidad es una percepción muy particular, sin embargo. cada cual tiene la suya, y es factor clave para una mayor resiliencia, la aceptación tal cual de la realidad de cada uno; cuando establecemos una negación de nuestra realidad, sabiendo que no la podemos cambiar, que esta ajena de mi zona de influencia, lo que hacemos es desgastarnos cognitivamente, estresarnos, al final tendremos pocos o ningún resultado del cambio que quisiéramos que ocurra ante nuestra realidad.

En la antigua Grecia, el pensamiento estoico, que hoy tiene vigencia aún, cuyo principal fundador fue Epicteto, quien decía que el sabio y feliz es quien acepta de buena gana todas las circunstancias de la vida, ya que comprende que no tiene otra opción. “Las cosas que dependen de nosotros son por naturaleza libres, nada puede detenerlas, ni obstaculizarlas; las que no dependen de nosotros, son débiles, esclavas, dependientes, sujetas a mil obstáculos y a mil inconvenientes y enteramente ajenas”. Prestarle atención a las cosas que están en mi círculo de influencia, al resto de mis circunstancias que están fuera de ese círculo, hay que dejarlo pasar, ya que solo nos deparará frustración, estrés y al final, la posibilidad de cambiar algo es muy remota.

Con alguna frecuencia se ha llegado a creer que ser resiliente es producto de ser optimista. Desde luego que eso no es así, siempre que ese optimismo no distorsione el sentido de la realidad. En situaciones muy adversas, ver el mundo con lentes de optimismo, podría resultar desastroso. Las personas resilientes suelen tener una visión serena y realista de las partes de su realidad que son importantes para la supervivencia; sin que esto quiera decir que el optimismo, del todo, no tenga cabida. Por ejemplo, para cambiar el estado de ánimo de un equipo de ventas desmoralizado, lograr que crean en todas sus posibilidades puede ser una herramienta muy poderosa; pero, ante desafíos mayores, una perspectiva de la realidad fría, casi pesimista, resultaría más importante.

Afrontar la realidad con todas sus consecuencias podría ser extenuante; puede ser desagradable y casi siempre doloroso emocionalmente, pero ante situaciones extremadamente adversas, es lo que procede, y para esto hay que estar preparado en lo individual y en los negocios. Cuando se presente la situación y tengamos que mirar la realidad a la cara, es clave que estemos preparados para afrontar el desafío de forma eficiente, a fin de sobrevivir a esos contratiempos extraordinarios, lo que significa estar preparado antes de que ocurra preferiblemente.

Desde la perspectiva de la neurociencia y la psicología positiva, para optar por una vida buena, una vida feliz, la aceptación de la realidad tiene un rol preponderante en ese camino permanente de la vida buena.

Atrévase a ser feliz.

Resiliencia
Resiliencia, dos de tres características