Vida sana

Resiliencia, dos de tres características

Propósito de vida.

Este artículo es el segundo de tres, de las características clave para entender cómo las personas más resilientes logran recuperarse más pronto que otras ante los vaivenes de la vida.

Escuchamos con mucha frecuencia, sobre todo en las últimas décadas con mayor resonancia, que hay que darle a la vida un sentido, un significado, un propósito. Esta necesidad no es nueva, muchos siglos atrás ya se dedicaba mucho pensamiento y acciones sobre este tema tan relevante para una vida buena. Los pensadores griegos lo hacían y le llamaban “paidea”, que significa aprendiz; fue un lugar donde los jóvenes asistían para formarse, aprendían sobre cultura, tradición, literatura y educación, lo que era vital para que las personas pudieran hacer lo que les correspondía, cumpliendo así su misión o propósito.

Para los budistas, el propósito de vida no es juntar dinero y tesoros, ni conquistar honores y estatus. Es eliminar el origen del sufrimiento y llenarse de alegría, regocijarse de haber nacido humano y vivir en plenitud sin fin. La enseñanza de Buda es que uno es su propio constructor, todo lo que nos pasa depende de uno mismo, no de factores externos, lo que significa que el placer y el dolor proceden de las acciones virtuosas y no virtuosas, las que no provienen del exterior sino de uno mismo, de nuestro interior.

Para el cristianismo, la vida es un sitio de prueba para la humanidad. Dios nos envió para poder aprender y crecer por medio de las experiencias agradables y las dolorosas. Nos permite elegir entre el bien y el mal y nos permite decidir si servimos a otros o solo nos enfocamos en nosotros mismos. Literalmente la biblia dice sobre mi propósito de vida, “el propósito de mi vida es conocer a Dios y escuchar su voz para poder vivir una vida de servicio y obediencia: entonces ser una persona definida por Dios y una presencia no ansiosa en cada situación”.

Le solicitaron a un sabio indú que se refiriera al propósito de vida, su respuesta fue sencilla y elocuente, más o menos estas fueron sus palabras, sea lo que sea que estés haciendo en este momento, hazlo con toda tu devoción, (atención) y pasión; esto es lo que hoy ya conocemos como atención plena, vivir el presente con toda nuestra atención y pasión.

Hoy seguimos escuchando lo importante que es tener una vida con propósito, sobre todo cuando la vida en los últimos 40 años se ha vuelto una constante de aceleración y de vida solitaria en medio de tanta muchedumbre. El estrés crónico nos está ganando la partida, y cuando en mis charlas, conversatorios o cursos, pregunto a la gente sobre su propósito de vida, lo confunden con metas y con objetivos, algunos incluso ven el trabajo como su propósito de vida, pensando en aquél viejo mito que nos vendieron de que la realización personal, el sentido de la vida se puede encontrar en el trabajo, cuando hoy vemos que es lo contrario, nos hemos convertido en una sociedad enferma de trastornos de conducta como el  estrés crónico, ataques de pánico, depresión crónica y ansiedad crónica, es lo que prima en nuestras vidas, y en gran medida provocado por la vida laboral incesante.

Hay estudios que demuestran con claridad meridiana que el 20% de las personas odian su trabajo, al 60% no les gusta su trabajo, pero lo aceptan porque es lo que hay, y solo el otro 20% lo valora como un logro, disfrutan de lo que hacen en su vida laboral.

Encontrar propósito en el propio entorno resulta ser un aspecto muy importante de la resiliencia, ante esto, no debería ser sorpresa que las personas y las empresas más exitosas cuenten con un sólido sistema de valores.

Propósito es si queremos hacer la analogía con el lenguaje laboral, la misión. (propósito), responde el para qué, para definir el propósito personal habría que responder la misma pregunta, ¿para qué la vida?  No confundir metas con propósito, la primera nos da dirección, la segunda nos da significado.

¿Entonces, es posible salir del caos en que estamos sumergidos como sociedad, cuando en lo individual no tenemos claridad sobre nuestro propósito de vida? Pareciera que es absolutamente necesario, más que nunca, el tener claridad sobre el propósito de vida, no es aceptable seguir con la rutina actual, de que, al levantarnos diariamente para iniciar un nuevo día, solo pensamos en los pendientes laborales y en las aceleraciones diarias para procurar cumplir con una agenda inacabable, y así se pasa nuestro cortísimo tiempo en que transitamos por la vida.

El profesor de Stanford, William Damon, en su libro “The path of purpose”, se refiere al propósito, “El propósito dota a la persona de alegría en los buenos tiempos y de capacidad de recuperación en los malos, y esto se mantiene a lo largo de toda la vida”.

Viktor Frankl, quien sobrevivió al holocausto en la segunda guerra mundial, en su libro, El hombre en busca de sentido, lo dijo muy claro, “nunca debemos olvidar que también podemos encontrar sentido a la vida, incluso cuando afrontamos la situación más desesperada, cuando afrontamos un destino que no podemos cambiar”.

Por otro lado, Rick Warren en su libro, Una vida con propósito, ¿para qué estoy aquí en la tierra?, cito literalmente, “sin un propósito claro no tienes cimientos sobre los que basar tus decisiones, repartir tu tiempo y utilizar tus recursos. Tenderás a hacer elecciones basadas en las circunstancias, las presiones y los estados anímicos que tengas en cada momento. La gente que no conoce su propósito trata de hacer demasiado, y eso genera estrés, agotamiento y conflicto”.

En mi libro, Habilidades para la vida buena, un desafío personal para el logro de una mejor gobernanza de la vida, uno de los objetivos es ayudarle al lector a ir gestionando a lo largo de la lectura, situaciones muy personales referidos a los diferentes temas del libro, que le permitirán al final tener una semblanza de sí mismos y poder redactar un propósito de vida, basado en un machote que igualmente se les brinda en el libro.

El propósito también tiene que ver con la actitud de conocer y desarrollar nuestras fortalezas de carácter, que se nos dan de manera natural, son 24, para poder acceder a una vida de mayor calidad, siendo conscientes de esas fortalezas, el transitar hacia una vida buena, será más provechoso y consecuente con ese deseo permanente de tener una vida feliz de verdad. Las fortalezas de carácter son las partes positivas de su personalidad que impactan en cómo piensa, siente y se comporta. Conocer y aplicar sus mayores fortalezas de carácter es la clave para que seas lo mejor que puedas.

Pueden hacer la prueba gratuita de fortalezas de carácter VIA en este link, authentichappiness.org, de la Universidad de Pensilvania.

El propósito tiene que ver con la actitud ante las situaciones que diariamente nos depara la vida, tiene fines altruistas, empáticos, colaborativos, nobles, cargados de ética y moral, siempre tiene que ver conmigo mismo, pero es imprescindible que los otros estén siempre en ese propósito, en ese sentido que le queremos dar a nuestra vida. De nada sirve conocer y desarrollar lo antes dicho si solo lo hacemos de manera narcisista, los otros importan incluso mucho más que el yo, es nuestra naturaleza, somos gregarios.

Cada día, cada momento, vivirlo con atención plena, enfocado en lo que estoy haciendo, con toda mi atención y pasión, con el fin de lograr diariamente una vida buena, una vida feliz, eso sería un buen inicio de redacción de un propósito de vida.

Un propósito de vida es la razón o razones por las que nos levantamos en la mañana, aquellas motivaciones intrínsecas que dan un significado a la propia existencia.

Ejemplos de propósito:

Vivir en paz, amor y armonía, y aportar para que otros puedan igualmente lograrlo.

Ser una persona plena, en todas las áreas de mi vida.

Una vida con sentido nos hace sentir que somos útiles y que tenemos capacidad para tomar decisiones y dirigir nuestra vida. El propósito consolida nuestros valores y aumenta nuestra autoestima y sobre todo es un factor importante de los tres factores clave para una mayor resiliencia tan necesaria en estos tiempos que vivimos.

Atrévase a ser feliz.

Resiliencia, primera de tres características
Resiliencia, tres de tres características