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La salud mental de los trabajadores en pandemia

Antes de la pandemia del covid-19, en el mundo laboral, la gente, ya estábamos teniendo serios problemas de salud mental, provocada principalmente por el estrés crónico que genera el trabajo en la forma en que se ha estado considerando y desarrollando desde hace ya  poco más de un siglo; pero es partir  de finales de los 90’s, que las exigencias y mitos creados con la aparición de la tecnología digital, las computadoras, las tabletas, los móviles, (celulares), que hemos inventado lo de las multitareas, la sobre estimulación y la búsqueda frenética de las gratificaciones instantáneas, la inmediatez, es que ha empezado a aparecer este tipo de problemas de conducta en la sociedad, especialmente, pero no exclusivamente en los trabajadores. No es un problema creado por la tecnología, sino por el mal uso que le damos. Nos acostumbramos como sociedad a que debemos trabajar más, para producir más y hacer poder consumir más, de esta manera seríamos felices; nada más alejado de la realidad.

Trastornos de conducta se refiere a depresiones, ansiedad, ataques de pánico, etc., ya veníamos como sociedad en “cuidados intensivos” en el campo de la salud mental. Ahora, varios meses después de haber cambiado nuestra vida de forma abrupta, por la pandemia, nos hemos visto en la necesidad de trabajar desde la casa, de estar en pausa larga de todo lo que como sociedad hemos desarrollado para la necesaria convivencia del colectivo. Y ese es un hábito de vida, bueno o malo, que no se puede cambiar de repente. De hecho, hay una nueva enfermedad laboral declarada como tal por la Organización Mundial de la Salud, (OMS), el “burnout”, la quema laboral, antes de la pandemia, ahora esto puede estar más crítico aún; esto para la persona y sobre todo para la productividad laboral, es una muy mala noticia, ya mucha gente la padece.

El ser humano, su cerebro esta evolucionado a partir de la vida en tribus, en colectivos, vivir aislados no es sostenible tanto tiempo, como el que hemos pasado, de ahí que en estos momentos me atrevo a decir que hay una pandemia silenciosa en desarrollo, poco observada por las personas y por la sociedad, y no se diga de la gobernanza de los países.

En Argentina, hace menos de un mes se publicó un estudio hecho por un grupo de neuro científicos, del Instituto Ineco, resultados de terror, en este tema precisamente, el 60% de la población presenta síntomas, leves, moderados o serios de depresiones o ansiedad. 8 de cada 10 jóvenes menores de 40 años, presentan los mismos tipos de síntomas, con una tendencia más grande hacia los moderados y serios.

Trabajar desde la casa es un hecho no planeado, desde luego, por lo que las condiciones en la gran mayoría de la gente en sus hogares, no cuanta con lo mínimo necesario desde el punto de vista de la seguridad ocupacional, se trabaja desde el mismo sitio en que se come o donde se duerme, en la cama; sin la iluminación adecuada, y con posturas corporales que pueden ser muy perjudiciales en el corto y mediano plazo; los horarios se extienden mucho más que en la oficina. Hace poco escuche a una persona decir que el jefe le había dicho que estaba muy contento porque son ahora más productivos que en la oficina, y es posible así sea, ya que hay menos reuniones, interrupciones, pero también porque la jornada se hace mucho más extensa, y en muchas ocasiones los CEO, gerentes y otros, creen que la gente son casi que 24/7 en sus jornadas, y esa situación, unida al “encierro” por la pandemia,  más el hartazgo y la incertidumbre, son la mezcla perfecta para que se incrementen los trastornos de conducta. Esta situación puede ser el detonante perfecto para que también haya mucho más “bournout”, más enfermos por el trabajo.

No estamos en una época de cambio, estamos en un cambio de época, después de la pandemia esta nueva forma de vida laboral y muchas otras formas de vivir cotidianamente estarán sometidas a cambios profundos, no de inmediato, pero sí en ajuste, el cambio ya no es reversible, regresar a lo que que teníamos antes de la pandemia, ya no es viable ni sostenible, aunque muchos de inicio pretenderán volver donde estábamos antes.

¿Qué se puede hacer para no caer en esta situación de manera crónica, para buscar un mejor balance en esta forma de vida nueva?

Los jefes deben ser más empáticos y no abusar de su personal con jornadas muy largas, en el sentido de que solicitan trabajos, reuniones, etc., a cualquier hora del día. Debe haber respeto de ambos, jefe y trabajador, por una agenda, planeada y priorizada en el foco de cada día de la semana. Esa agenda debe ser de horario normal y  tener varias pausas, y esas pausas y la agenda deben respetarse por ambas partes.

  1. El trabajador debe “desconectar” literalmente durante las pausas, si le es posible, salir a caminar un poco, ver otras cosas, un poco de ocio puro, no seguir pegado al trabajo. Especialmente en la pausa del almuerzo, solo enfocarse en lo que hace, comer, dejar de lado los móviles y demás, de manera que en ese rato, sea de verdad una pausa, ojala al final de la comida tenga un rato de ocio.
  2. Fomentar o no descuidar los buenos hábitos.
    • Comer sano es una necesidad, y ahora lo es más aún. En esta pausa de encierro, fácilmente podemos desbocarnos con las comidas, y no solo comer mucho más de lo recomendado, sino descuidando lo que comemos; y créanme que eso resta mucha calidad de vida; en otros artículos míos anteriores, me he referido a profundidad sobre este tema de la comida.
    • Evitar el sedentarismo, como estamos en la casa y con pocas opciones de salir de ella, hacer ejercicio se vuelve un tema casi que para el olvido, si es que antes hacían algo de ejercicio; esta actitud es lo peor que se puede hacer, salir a caminar, hacer rutinas dentro de la casa, en el patio si lo hay, buscar como no tener un parón tan largo; y si no hacían ejercicio antes, es la hora de buscar cómo hacer este buen hábito. Al menos tres veces por semana, media hora de caminata a un ritmo más fuerte del normal, es mucho más efectivo para la salud, que tomar anti depresivos, por ejemplo. El ejercicio rutinario es lo mejor que puede hacer para un cerebro sano y un hipocampo, (zona de la memoria) mucho más sano, generando nuevas neuronas, entre otros muchos beneficios.
    • No romper los horarios de levantarse, desayunar, almorzar, cenar, el cuidado personal, todo como si no estuviera en pausa dentro de la casa. Descuidar estos hábitos le causará más trastornos físicos y mentales de los que ya pueda tener por lo antes dicho.
  3. Dormir bien. El buen sueño es reparador, el cerebro lo necesita para consolidar la memoria de lo hecho en el día, además de reparar el cuerpo por lo acontecido en el día, y prepararlo para el día siguiente. No dormir bien y las horas mínimas, (7), es muy dañino. A veces la gente no cree que esto sea así, y no hace los esfuerzos necesarios para adquirir este muy buen hábito para una vida más sana desde todo punto de vista.
  4. No descuidar las relaciones sociales, ya que no es posible hacerlas de manera presencial, fuera de la burbuja familiar, aquí sí, al menos no dejar de hacerlo por los medios electrónicos, de manera que se pueda tener ese contacto viéndonos la cara, y no conversando del tema de la pandemia, sino que abordando los temas de la amistad, del cariño, de la familia, de los planes; abordarlos de manera positiva, con optimismo. Si lo hacemos de manera que mostremos siempre mucho miedo y la incertidumbre del momento, está bien hacerlo, es necesario, pero no siempre y de manera casi que asfixiante. Necesitamos por naturaleza, del contacto con los demás, con la gente que realmente nos importa, con la gente que sabemos podemos contar con ellas; por nada dejen de fomentar estas relaciones.
  5. No “comer” pandemia todo el día, en el sentido de estar el pendiente de las noticias, sobre todo por que abundan las falsas noticias en las redes sociales. No es sano estar al pendiente de todo esto que nos bombardea diariamente por la TV, redes sociales, los programas de opinión en radio, etc., esto daña aún más nuestra salud mental, ya que incrementa la incertidumbre, el miedo y la ansiedad/depresión.
  6. Fomentar la comunicación asertiva y la empatía. Muchos problemas de la vida cotidiana, ya sea laboral o familiar se originan en una mala comunicación. La cotidianidad nos tenía acostumbrados a que la vida familiar era convivir pocas horas al día y los fines de semana, de repente debemos estar las 24 horas con la familia, y eso nos puede causar problemas de convivencia antes desconocidos. Fácilmente iniciamos una discusión que puede desembocar en disgustos y hasta malos tratos hacia la pareja o los hijos. Cuidar ser asertivos es decir prudentemente lo que haya que decir, con respeto y sin el ánimo de que sea una puja para obtener un ganador, y la empatía es buscar ponerse en el lugar de los otros con la idea de comprender por qué dicen o hacen las cosas, Si practicamos eso, tendremos una mucho mejor convivencia familiar, en momentos en que el hartazgo, cansancio y la incertidumbre pueden echar a perder la buena relación intra familiar.

Esta es una situación de vida muy excepcional, por lo tanto es muy importante que nuestra consciencia esté más activa y presente que nunca. El dolor es imposible de evitarlo, pero el sufrimiento si, cada cual puede decidir cuánto sufrimiento  y por cuanto tiempo, quiere llevarlo en su vida. Siempre es posible mirar y buscar las mejores opciones para una mejor calidad de vida, y por estar en esta forma excepcional de vida, que pasará, ya que nada es imperecedero, no significa que debemos sumergirnos en el sufrimiento y no optar por buscar la felicidad. Siempre hay situaciones positivas en el día a día, son los detalles diarios, que a veces no los vemos, hay que buscar y repetir todo aquello que sabemos nos hace felices. No son las circunstancias las que nos hacen no ser más felices, sino lo que interpretamos de esas circunstancias. La felicidad es plantarnos en el presente, en el día a día, aceptando lo que hay, sin juzgarlo, ya que es lo que hay, sobre todo que no depende de nosotros cambiar esas circunstancias, pero si podemos aceptarlas con la interpretación positiva. Si no lo aceptamos, ese presente,  no las vamos a cambiar, pero nos vamos a poner en una cuesta con más pendiente, lo que podría llevarnos a mayores trastornos de conducta. La felicidad es una decisión personal, atrévase a ser feliz.

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