Blog, Gestión de emociones

Cómo ser feliz en tiempos de Coronavirus (COVID-19)

ser feliz en tiempo de coronavirus

¿Cómo ser feliz en estos tiempos de coronavirus? La respuesta está en cómo tu aceptes esta realidad, desde luego es importante tomar las medidas necesarias para poder frenarlo; pero debemos aceptar amablemente lo que nos tocó vivir, adaptarse al entorno y salir adelante. Es normal ver angustia en la sociedad, pero no dejes que el pánico y el miedo te dominen.

La emoción más primitiva: el miedo

“No somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan”, Daniel López Rosetti.

El proceso evolutivo del sapiens tiene poco más de 4 millones de años, y desde entonces, la función más importante del cerebro es la conservación de la especie, y el miedo es la emoción que ha acompañado al humano desde siempre, y hoy sigue siendo así. Como otras emociones, no es que el miedo sea malo, simplemente existe, y ha sido crucial para proteger la vida, si no lo tuviéramos, hace muchos millones de años nos habríamos extinguido.

 Nuestra vida trascurre mayoritariamente en dos vertientes, el miedo que es una emoción, la más primitiva de todas, y el amor, que es un sentimiento, no tan primitivo como el miedo. No es sino hasta hace poco más de 50 mil años, que, en el último salto evolutivo, desarrollamos el cortex pre frontal, esa parte del cerebro que está justo atrás de nuestra frente, y eso nos separó del resto de los mamíferos, es lo que nos permite las funciones ejecutivas, el pensamiento abstracto, el control conductual, la personalidad y las funciones cognitivas, entre otras; y más reciente aun es la lectoescritura, que la desarrollamos como especie hace como 5 ò 7 mil años, es muy reciente. Pero a pesar del cortex pre frontal, por nuestro cerebro primitivo, la zona límbica, seguimos al igual que antes y que cualquier mamífero, siendo dominados por el miedo mayoritariamente en nuestra vida.  Ya no porque un animal nos puede devorar, sino por los miedos de no acceder a nuestros deseos de consumir, a no poder cumplir con las obligaciones que nos ha impuesto la sociedad, a no cumplir con nuestra creciente demanda de hacer cada vez más cosas, la multitarea, a que por no rendir más de lo posible en el trabajo nos despidan, y así muchísimos hechos diarios, en que somos presa del miedo, es consustancial a nuestra especie.

El Covid 19, miedos colectivos

A propósito de la pandemia del Covid 19, (coronavirus) que afecta al mundo entero, estamos siendo testigos de primera fila, de lo que los miedos colectivos nos llevan a hacer, manifestamos casi que instintivamente todo nuestro miedo a algo que desconocemos y que nos hace sentir amenazados en nuestra supervivencia. Más peligroso que la pandemia misma, es el miedo colectivo, la historia está llena de hechos de lo que somos capaces de hacer cuando colectivamente nos domina el miedo. Y es por ese miedo que actuamos acaparando producto en los supermercados, sin considerar que otros se quedan sin el acceso a ese producto, y por este miedo, que se convierte en colectivo, es que realmente generamos de manera inconsciente, que realmente haya desabastecimiento, solo para citar un ejemplo de lo que somos capaces de hacer por miedo.

 ¿Y nosotros que nos hemos creído que somos súper racionales?, a pesar de todo el conocimiento que hemos sido capaces, como especie de desarrollar, los instintos primitivos siguen siendo los dominantes.

Sin embargo, en nuestro desarrollo evolutivo también contamos con el altruismo, que es esa tendencia natural a procurar el bien de los demás, incluso a costa del interés personal. La colaboración, venimos de un desarrollo ancestral a partir de tribus, está en nuestro ADN ser colaborativos; también somos empáticos, que es el poder entender y sentir lo que los otros están sintiendo, esto nos da la oportunidad de convivir mejor como especie, esto junto con el altruismo sí es propio del humano, del sapiens, entonces:

¿Por qué siempre nos domina el miedo?

Ya esto tiene que ver con la cultura que hemos desarrollado en los últimos siglos, todavía hasta finales del siglo XX fuimos una sociedad de masas con consciencia colectiva, nos importaban los demás, este nuevo siglo nos está procurando transformar en algo que es ajeno a nuestra naturaleza, y hoy tenemos una sociedad de multitudes con consciencia individualista, lo más preocupante es que lo estamos haciendo de manera inconsciente, en automático, en gran medida apoyado por el excesivo uso y casi que como una adicción, a las pantallas, las de TV, las de computadoras, los celulares, (móviles). Estudios recientes hechos en Europa y Estados Unidos nos confirman estas aseveraciones, la media diaria de activación del celular es de 2617 veces, el “top ten”, o sea los 10 primeros logares que más los activan diariamente pasan de las 5 mil veces diarias. También el vivir para trabajar, cuando debería ser lo contrario, trabajar para vivir, nos ha puesto en un estado enfermizo en nuestros cerebros, y esto repercute directamente en la salud, los trastornos de conducta están haciendo estragos en el mundo entero, silenciosamente, aunque ya no tanto, poco a poco se va dando una toma de consciencia en ese sentido, y esta es una buena noticia.

Sacarle algo positivo

Lo positivo que está pasando, entre tanto miedo y realidades que no podemos obviar, es que el mundo podría ser diferente después de que este miedo colectivo pase, cuando la pandemia, como tantas otras que hemos padecido como especie, y que es posible, que esta del Covid 19 tampoco sea la última, la logremos controlar. El optimismo es que en estos momentos de recogimiento, nos hayamos dado cuenta, que hayamos interiorizado lo que realmente somos como especie, de manera obligada, nos hemos tenido que encontrar con nuestro núcleo familiar primario, estamos compartiendo en familia, nos hemos dado cuenta de que todas nuestras aspiraciones consumistas no son tan importantes, en estos momentos estaremos valorando lo que es realmente valioso para nuestro bienestar, la salud, el compartir con nuestros hijos en casa, el ocio, que es súper saludable, quizá nos hayamos atrevido a retomar la lectura, o a retomar alguna habilidad que tenemos y hacer algo de arte, a comunicarnos cara a cara, no por medios  digitales, a cuidarnos unos a los otros, a ser solidarios, a valorar lo que como país tenemos y que tantas veces, por cosas que nos parecían súper importantes, y que quizá lo  fueron en ese momento,  que nos generaban discusiones sin fin por cosas que al final no eran tal relevantes, a darnos cuenta de que el sistema de salud y muchas cosas más que tenemos en este maravilloso país hay que valorarlas y cuidarlas, y así estaremos descubriendo lo que realmente nos puede hacer una sociedad realmente más feliz. Que tomemos consciencia de que una de las creaciones más importantes de la especie humana, la política, (junto con la religión y el arte), la hemos vuelto tan dañina para el interés de los colectivos, ya que la corrupción está prevaleciendo por sobre las mayorías, que tal vez como sociedad podamos tomar consciencia de esto y empezar a enderezar esto que nos ha quitado la paz y la opción de una mayor felicidad.

Es darnos la oportunidad de que estos momentos nos haga reflexionar y darnos cuenta de que nuestro paso por la vida es tan efímero y tan frágil, que no dejemos para después esas acciones que siempre hemos querido realizar, después el café se enfría, el amor se acaba, nos hacemos viejos…

¿Dónde encontrar la felicidad?

La felicidad está en los detalles del diario vivir, un atardecer, una conversación con un amigo querido, compartir una cena con gente querida, una canción de entonces que cantamos a toda voz en las presas, un colibrí cerca nuestro, la maravilla de los arboles floreados en estos días, todo en el presente, ni en el pasado ni en el futuro, ambos no existen, es en el presente. Estos días en que nos hemos encontrado con nosotros mismos y nuestro núcleo familiar más cercano, sería fantástico que fuéramos capaces de reconocer lo bien que eso nos hace, de los momentos felices que podemos compartir y de que en estos ratos, a pesar del miedo y la incertidumbre, lo único que tenemos de cierto es nuestro presente y que todos los bienes materiales por los que tanto hemos sufrido y hasta dejado nuestras salud de lado por tenerlos, poco nos ayudan  a lograr un bienestar más duradero y menos costoso. Que veamos lo que realmente es valioso, lo que realmente nos da la posibilidad de un mayor bienestar.

Soy optimista y sé que la humanidad sabrá valorar y re plantear la forma poco sana que hemos estado viviendo como sociedad en las décadas recientes. La historia nos ha mostrado que siempre después de grandes tragedias, miedos abrumadores y grandes crisis, la humanidad ha sabido replantarse la vida y hemos vivido mejores momentos que antes de las crisis; mi optimismo me lleva a pensar que esta no será la excepción.

Cierro con una frase de Mario Benedetti. “Aquel que deja para después, un gustito, un amor, un café, es evidente que no tiene consciencia de la efímera que es la vida”.

Contáctanos.

Empresas saludables: clave para tener trabajadores felices
Cómo estar presente, vivir aquí y ahora