Cultura laboral

El referente correcto, básico para la vida buena.

¿Por qué hoy como nunca antes, trabajamos y trabajamos más y más? Estamos buscando en el trabajo frenético la forma de ser feliz, hemos acuñado la vieja idea de que el trabajo nos llevará por la realización personal, el gran referente en nuestras vidas es el trabajo, y lo que hemos estado logrando es una sociedad enferma, donde aquel mito griego de Narciso se cumple a cabalidad, somos una sociedad narcisista, solitaria, y sobre todo ausente de los referentes correctos. En las sociedades antiguas y en las más recientes, siempre como especie humana, hemos encontrado en el trabajo una buena razón para satisfacer nuestras necesidades básicas a fin de tener una vida digna, ha sido la forma que se ha ido diseñando como la manera de integrarnos en sociedad, pero que sea el referente de nuestras vidas, es otra cosa.

En 1930, John Maynard Keynes predijo que a principios del siglo XXI el crecimiento del capital, la mejora en la productividad y los avances tecnológicos, deberían habernos llevado a la solución de los problemas económicos, donde el mundo tendría resueltas sus necesidades básicas, y en consecuencia nadie trabajaría más de quince horas por semana. Tuvo razón en su predicción, es más, hace varias décadas que el tema de la producción para todo el mundo estuvo resuelta mucho antes de lo que Keynes predijo, lo que no se ha dado es la correcta distribución de esa riqueza generada, y la sociedad, en su mayoría, sigue trabajando arduamente, más que nunca antes, solo porque los gobiernos y sobre todo los empresarios continúan obsesionados con el crecimiento económico constante, y eso ha resultado ser necesario ante una población creciente, el tema es que se pretende que sea con la misma gente, trabajando más horas; y además nos han hecho creer que es por medio de mucho trabajo y el consumo desmedido es cómo podemos ser felices. Buscamos el placer, ojalá sea instantáneo y lo hemos confundido con la felicidad, muy claramente lo expresa el poeta tibetano, Guédum Choephel;

“Los placeres parecen amapolas,

mueren nada más ser cogidos;

copos de nieve que caen sobre un río,

destellos blancos para siempre desaparecidos”.

 En lo que sí falló Keynes es en el tiempo que dedicamos al trabajo, hoy tenemos mejores herramientas, más conocimiento, somos mucho más productivos, tenemos más de todo lo necesario para tener una mejor calidad de vida, y sin embargo el trabajo sigue siendo una fuente de sufrimiento constante para la sociedad. Trabajamos como nunca antes, las horas eternas, como ejemplo de muchos que hay, algunas de las economías más avanzadas del mundo, como Corea del Sur y Japón, cada año se atribuyen oficialmente cientos de muertes evitables a personas que registran unos niveles de horas extras descomunales. La concepción actual de trabajo tiene mucho que ver con la ausencia de referentes correctos en la sociedad, sobre todo con los padres en sus familias.

Pero no solo el asunto es por el trabajo excesivo, hay otros factores que nos han sumido en una sociedad caótica, más allá del trabajo, y es súper complejo de resolver, aunque hay sociedades que lo han logrado con mucho éxito; otro factor bien importante es la ausencia de los padres en el proceso de crianza y juventud de los hijos,  además, el mal uso de las redes sociales digitales, así es que son varios factores unidos que coadyuvan a generar la sociedad que estamos teniendo, frágil, ansiosa y/o depresiva, incomprensible, de muchedumbres pero de vida solitaria. Unido a lo anterior, entonces, vienen la falta de valores de verdad para la convivencia social, pareciera que nos estamos olvidando que nuestra herencia evolutiva nos ha deparado que somos seres tribales, de colectivos, y que la vida en soledad es muy dañina para la vida personal y en sociedad.

Tener un referente correcto siempre ha sido un apoyo necesario para la vida buena, ya sea la versión de un dios que cada uno elija seguir por medio alguna de la gran cantidad de religiones que existen en el mundo, seguir a personas que han hecho acciones sobresalientes por otras personas, los altruistas; el ejemplo de nuestros padres, la imitación de acciones y valores correctos, un amigo, un personaje inspirador, puede ser el jefe en el trabajo, aunque pareciera cuesta bastante que así sea, cualquiera que sea el correcto. Lo deseable es que sean nuestros padres, ya que cuando niños aprendemos por imitación de lo que los vemos hacer, pero si los padres están ausentes, por las razones que sea, y cuando están igual presentes prestan poca atención a los hijos y siguen en su mundo laboral o en sus redes sociales, y en su lugar, los hijos tienen acceso ilimitado a las pantallas de las redes sociales, cuidado, es la combinación perfecta para lograr hijos carentes de referentes correctos, valores frágiles o incorrectos, ya que toman de referentes a personas de pocos escrúpulos, con valores muy cuestionables, y el cabo de los pocos años, quizá habremos criado seres humanos bastante malogrados respecto de su potencial real que la naturaleza nos ha deparado en nuestra capacidad cerebral, como potencial a explotar muy positivamente. Hoy vemos perplejos como es la primera vez desde que se mide la inteligencia, (IQ), de las nuevas generaciones, ya varias décadas después de hacerlo, que esa generación es menos inteligente que la precedente, y eso no es cosa menor.

Entonces, la felicidad verdadera se ve distante cuando el trabajo excesivo y abrumador nos lleva por caminos enfermizos, al creer la falsedad de que por la vía del consumismo y el placer instantáneo es que podemos ser felices, cuando está más que probado que es lo contrario. Cuando los hijos crecen sin referentes correctos, por la ausencia de los padres y el acceso ilimitado a las pantallas, entre otros factores, es que desperdiciamos la oportunidad real de desarrollar seres humanos con un amplio espectro de inteligencia cognitiva y emocional; una mejor sociedad siempre es posible, tenemos las condiciones naturales para hacerlo, el altruismo, la colaboración, la empatía, el saber escuchar; son virtudes que se nos dan naturalmente o que podemos desarrollar, es cuestión de cultivarlas adecuadamente, un referente correcto siempre será de mucha ayuda; y por sobre todas esas virtudes, el amor es el mejor apoyo que podamos tener para una vida más feliz. Es hora de dejar ese analfabetismo emocional que cargamos en la mochila y mirar hacia adentro nuestro para aprender a gestionar mejor la vida que queremos y nos merecemos.

Decía Terencio, autor romano de comedias para teatro, murió en el año 159 AC; “Comete un gran error la gente que cree que la autoridad forjada en el rigor más puro, es mejor que la autoridad fundada en el cariño, porque éste segundo es el que genera respeto y compromiso con los resultados”.

Cargar una mochila más liviana nos ayuda a ser felices
Entornos caóticos y la felicidad.