Blog, Cultura laboral

Liderazgo facilitador

¿Por qué trabajamos?

Trabajar es la forma que la sociedad ha estado diseñando a lo largo de varios siglos, como la forma de participar en la convivencia social, es la forma de compartir la vida en sociedad.

Hay tres razones básicas del por qué trabajamos;

  1. Genera ingresos económicos, y eso nos permite vivir en sociedad y satisfacer necesidades básicas.
  2. Por una posibilidad de hacer una carrera de ascensos, y eso nos depara más ingresos para un mayor consumo.
  3. Por un significado, porque nos provoca placer y disfrute de lo que hacemos.

Los liderazgos laborales hace ya varias décadas eran estilos de instrucción, el jefe decía lo que hay que hacer y el equipo ejecutaba las instrucciones. Hace poco más de 40 años, ese liderazgo pasó a lo que conocimos como Administración por objetivos, (APO). Ya había mayor planeamiento, empezó a aparecer en el trabajo la ciencia y la tecnología hizo también su aparición. Y esto nos llevó a gestionar mayor productividad, más tareas, más horas de trabajo, a fin de ser más eficientes y así poder ofrecer mayores bienes de consumo para una mayor cantidad de gente. Ese estilo de liderazgo se mantuvo hasta llegar al punto desde finales del siglo XX de ir consolidando una sociedad enferma, donde se creó el mito de que podemos ser multitareas, de creer que nuestro cerebro tiene capacidad cognitiva ilimitada, y el estrés crónicos hizo su aparición y con ello los trastornos de conducta, depresiones, ansiedad, ataques de pánico, etc. Una pandemia silenciosa esta en desarrollo. Por años nos decían, no lleve los problemas de la oficina a la casa, déjelos en la oficina, cómo si la persona del trabajo es diferente a la de la familia, es una sola persona la que trabaja, la que cría hijos, la que tiene sueños y metas, la que el estrés crónico la esta enfermado y volviéndola menos productiva en su trabajo y en la sociedad en general, además de mucho más costosa por los tratamientos necesarios para paliar el estrés crónico y sus consecuencias.

Crecimos acostumbrados a dar por un hecho que el título y la posición que ostenta una persona lo convierten en líder.

Los CEO actuales, están obligados no solo a aprender, sino también a desaprender obsoletos sistemas de funcionamiento. Volver a aprender para estar al ritmo de los cambios. Solo con la innovación a través de estrategias diferenciadoras, podrán desmarcarse de la competencia y crear estrategias competitivas poderosas. ¿Qué es más poderoso qué su gente?, ¿qué es más poderoso que los equipos más comprometidos y productivos? liderados por gente que les facilite su desarrollo dentro y fuera de la empresa?, esa es una ventaja competitiva súper poderosa.

Los focos han estado cambiando hacia liderazgos más facilitadores, lo que implica que el líder sea muy competente, no necesita autobombo y sobre todo muy atento del bienestar de los demás en las empresas. El líder facilitador va detrás de su equipo, despejando el camino para que su equipo haga mejor el trabajo, con más herramientas, con más tecnología, con mayor autoconocimiento de cada miembro del equipo, más empoderados y con menos miedo al error, finalmente tendrá un equipo más productivo y “engaged”, gente más sana desde el punto de vista de la salud según la OMS, salud física, emocional y psicosocial, gente más feliz en las empresas.

Se delega mucho más en el equipo, genera más responsabilidades,  más confianza,  y trabajo en equipo, (empoderamiento y autonomía).

Los viejos estilos de liderazgo generan obediencia pero no compromiso.

“La adoración del líder histórico es la mejor manera de crear una empresa reticente al cambio”. Peter Senge.

En un mundo tan incierto, cambiante, e inestable, demanda creatividad, adaptabilidad, innovación, visión, resiliencia. El conocimiento hoy en día no lo genera una persona, es producto de trabajo de equipos, así que los buenos resultados en las empresas se generan igualmente por la participación y compromiso de los equipos de trabajo, de la mano de un líder que los guíe y les acompañe en el crecimiento personal.

Cada vez son más los trabajadores que buscan menos seguridad del patrocinio y más oportunidad de aprender, crecer y convertirse en versiones más felices de sí mismos”. Tal Ben Shahar y Angus Ridgway.

La Misión, Visión y valores deben ser revisados con alguna frecuencia, todo está cambiando, no es posible que estos principios estén condenados a una pared  anclados en el tiempo. Sobre todo los valores funcionarán mejor si son valorados y acordados entre todos, para que un valor sea de verdad, debe ser asumido de forma voluntaria.

Solo conteste esta pregunta, ¿La misión/propósito de la empresa, lo hace sentir que su trabajo es importante?. Esa respuesta es muy relevante para empezar a balancear lo que la empresa espera y lo que realmente dice con sus propósitos, porque es la gente, los equipos los que harán que las aspiraciones de la misión sea una realidad o letra muerta.

Estas tendencia de cambio ya estaban en marcha antes de la pandemia, después de la pandemia, el pensamiento positivo y las evidencias de la vivido, nos hace creer que se acentuará aún más este proceso de ajuste en lo que por años desarrollamos como la forma de trabajar, tendremos un mundo laboral y social en general, mas resiliente, más sencillos, quizá menos consumista, más consciente de su vida y más enfocado en su gobernanza, viendo más hacia sí mismo y dejando de pensar en la falsa idea de más trabajo, más dinero, más consumo nos lleva a ser más felices, la evidencia muestra lo contrario.

Atrévase a ser feliz.

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